jueves, octubre 10, 2013

México: Mensajes de la Coordinadora de las Sombras


México: Las capuchas hablan –Porque el combate apenas inicia

Mensaje primero de la Coordinadora de las Sombras.

“El individuo con la capucha en la cabeza no representa al pueblo, no significa que un grupo de iluminados nos salvará. Jamás se escribirá sobre “ellos” en los libros de historia. “Ellos” no son “ellos”, ellos son nosotros, sacando el instinto iracundo en contra de la razón del capital….”
Lienzo anónimo. Chile 2009

“No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos. No nos hacemos ilusiones que van a tomar todo esto en cuenta. Todos los días entierran nuestros gritos en su mentira. Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones. Historia ahí vamos. Mira arriba, hacia el cielo’”.
“Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche, lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen [...] No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad.”
Jóvenes sublevados. Grecia, invierno 2008

A la juventud que combate.
A los colectivos e individuos cansados de la pantomima reformista y conciliadora.
A los rebeldes que resisten la ofensiva del estado empresarial mexicano y de las izquierdas cómplices.
A los oídos receptivos:
Aires de rebelión se han desatado en fechas recientes por las calles de las grandes urbes de los territorios administrados por el E$tado mexicano. Los vientos nuevos traen consigo –revitalizadas– las prácticas e ideas de la rebelión, son soplos por ahora pasajeros que prevén la extensión de nuestros anhelos: el arribo de los gélidos cataclismos revolucionarios. Nosotros, quienes como muchos, ansiamos la caída de la mega estructura, hemos visto con ojos alegres a las bandadas de insurgentes que armados con sus cuerpos, sus pasiones y su ingenio artesanal, han asediado la estabilidad de los cimientos del modelo. Somos parte de ellos y de ellas y, ahora nos toca defender nuestras ideas. Esta no es la primavera mexicana, es el invierno subversivo, que aquí como en el resto el mundo, joven, testarudo y encapuchado, ha llegado para quedarse. Nos toca hablar.
No nos representa la CNTE, tampoco MORENA y su deschavetado líder, no nos representan los grandes congresos del “movimiento social” donde los oradores hablan de todo menos de la lucha real, no nos representa el 132 ni las tribunas de estudiantes amaestrados. No reconocemos representantes, no somos el partido que busca aglutinar el descontento bajo el manto de sus consignas (“históricas”, “incendiarias” o “innovadoras”), lo han dicho otros compas, no somos de ningún partido, porque ningún partido puede encarar nuestra meta final.
Somos hijos de las márgenes, los que crecimos entre comida enlatada y cancerígena, en casas asfixiantes y carentes, entre publicidad saturada de mentiras y, rodeados de valores opresivos y degradantes. Somos de los millones de las cifras escandalosas, somos de los llamados “ninis”, también de esos millones que estudian y no encuentran trabajo o que trabajan/estudian mientras se llenan los bolsillos de migajas, frustraciones y rencores. A nosotros la “alta” cultura no nos llega, nos crió la cultura de masas, a pesar de ello –hoy– nuestros referentes son la solidaridad directa y la acción sin intermediarios. Somos datos duros en las cifras, somos nombres pequeños en la nota roja, somos esos que sólo han empezado a existir cuando taparon su rostro y escupieron su odio. Estamos orgullos por reconocernos como la punta de lanza de la nueva subversión planetaria No queremos saber ya nada de sus enredadas estructuras, nuestra guerra parte de violentar los valores que sustentan sus laberintos simbólicos. No haremos más análisis llenos de aburridos datos de por qué el sistema nos roba. No hay mucha necesidad en desentrañar la reforma educativa, energética o de hacienda, no somos estadistas.
El Estado-gobierno es un órgano de control, nacido por la necesidad de oprimir a los ya oprimidos; todas sus reformas, todos sus cambios, sus mejoras o sus revoluciones, no nos incuben, pertenecen a sus lógicas, inadmisibles para los que deseamos un mundo sin tiranos. El Estado-gobierno es parte fundamental de este modelo de vida que genera las frustraciones, los odios, y las conciencias, esas mismas, que apuntan (o deberían apuntar) hacia su destrucción. Es el modelo el que nos roba la vida, esta desnaturalizada vida en la que nos han dicho qué hacer, qué no hacer, directa o indirectamente, desde que nacemos. Nosotros no podemos decidir a pesar de que la estructura se levanta sobre nuestros hombros y gira a costa de nuestros brazos. El Estado, el modo de organización económica, y la sociedad que engendran estos, nos han dictado todo, nos han planificado cómo morir. Han decidido todo, ahora no nos dirán cómo o contra qué revelarnos.

“La revuelta necesita de todo, diarios y libros, armas y explosivos, reflexiones y blasfemias, venenos, puñales e incendios. El único problema interesante es cómo mezclarlos.”
Ai Ferri Corti

Partimos de decir no, no queremos ser ciudadanos con un rol establecido.
No queremos ser manifestantes, con una ruta delimitada (amigable e inofensiva). No queremos ser mercancías de carne y hueso que viven para producir y consumir en un ciclo absurdo y criminal. Queremos rebelarnos y en la rebelión negar su mundo y todas las artimañas que ocupa éste para readaptarnos: las lógicas de la negociación, la conciliación y la asimilación. Buscamos confrontar todas las aristas de la dominación: la nación, el machismo, la religión, toda esa mierda que quiere que seamos su servidumbre. Apuntamos a que los impulsos de revuelta se extiendan en nuestra existencia y en la de otros. La revuelta no se limita a los momentos en los que escandalizamos y atrofiamos ciertos puntos de la ciudad: cuando pintamos, gritamos, corremos, destruimos o intervenimos, aunque la potencia lúdica, estética y creativa alcanza en estos hechos un punto muy importante. La revuelta no sólo es estridente, la revuelta está en todo gesto o acto que niegue y trate de edificar una realidad diferente. Nuestro llamado es a los y las compas a que extiendan la palabra y la acción, la pelea no sólo es factible entre grandes grupos de compañeros, podemos desatar la revuelta directa en otros espacios, con pocos recursos, con pocos compas, incluso solos. Para ello sólo hace falta convicción y cierta planeación. Recuperar nuestras vidas se vuelve una praxis cotidiana. Como ejemplo, las recuperaciones (expropiaciones, “robo”) son una herramienta que podemos usar, tanto en el sentido de autorrealización y para cubrir necesidades propias, como también para distribuir lo recuperado entre los oprimidos y realizar así una acción de agitación. La revuelta también necesita de palabras, ritmo, infraestructura y sabor.

“El espectáculo a querido hacernos ver temibles, nosotros sabemos que somos peores.”
Mentenguerra

Gente imbécil detrás de micrófonos y de plumas “públicas”, trata de difamarnos con adjetivos cuyos significados los muy idiotas desconocen: vándalos, anarquistas, infiltrados, provocadores, violentos. Somos vándalos por que no reprimimos nuestros impulsos destructores, más que necesarios para agrietar la maquinaria social. Sólo con la violencia rebelde (consciente) se rompe la ilusión de estabilidad que nos quiere vender el sistema. ¡El antagonismo existe! ¡Los poderosos y sus esbirros no son ni podrán ser nuestros iguales! ¡No merecen ningún respeto!
Somos anarquistas en el sentido de que desconocemos su autoridad y ponemos nuestra confianza en las capacidades de las individualidades para auto-organizarse (en nuestras propias capacidades), no nos digan que esto no es posible, en comunidades autóctonas de muchos rincones del mundo (incluyendo México) hay prácticas de autonomía y organización horizontal y, en expresiones varias de rebeldes a lo largo de la historia, hemos visto experiencias de organización (no perfectas, pero reales) entre individuos libres e iguales. Somos infiltrados porque nos colamos en los espacios donde podemos desenvolver nuestra practica subversiva, en estos puntos buscamos reconocernos en las diferentes expresiones de inconformidad, aún cuando estas manejen discursos asimilables para el sistema, ya que en estos movimientos encontramos a compas que dejan o dejarán (después de conocer la lucha callejera) atrás la miseria del reformismo para asumir una postura revolucionaria, muchos de los nuestros pasaron por este proceso y de ello no nos avergonzamos. Ante esto hacemos un señalamiento, nacido de las experiencias recientes.
Habrá que ser inteligentes en este sentido, nosotros no representamos ningún movimiento vertical ni las siglas o los postulados de la organización de masas como los sindicatos, por lo que actuar dentro de sus movilizaciones implica un alto riesgo, estos grupos ya han actuado en contra de nuestros compas. ¿Por qué tener que ir a buscar a nuestros afines en protestas plagadas de ciudadanos-policías? Mejor será crear espacios propios en los que estos compas se nos sumen. No descartamos que habrá momentos en los que valdrá la pena sumarnos a las movilizaciones reformistas, como en escenarios de crisis, pero será mejor esperar a que estás las generen ellos mismos (cosa probable) y no botar la primera piedra nosotros, ya que en esos casos atentarían –como ya lo han hecho– contra los nuestros. Y por todo lo dicho sí, somos provocadores, queremos provocar el corto circuito de las relaciones sociales imperantes y difundir y extender miles de cortos.
Nuestra lucha debe trabajar en su seguridad ¿Queremos volver a ser encapsulados por miles de mierdas uniformadas? ¿Queremos tener que andar viendo por la libertad de los compas después de cada protesta? Será necesario tomar en serio nuestra actividad en la lucha callejera, a lo largo del planeta se han establecido pequeñas pero efectivas medidas de seguridad para los compas que luchan. El camuflaje es parte imprescindible de nuestra labor, es necesario tomarse en serio el uso de la capucha la cuál debe de estar herméticamente cerrada, el uso de ropa que evite la identificación de la policía; tiene que cuidarse todo el cuerpo, desde los zapatos (no usarlos muy llamativos, o cubrirlos con medias, bolsas o cinta adhesiva) hasta los ojos (utilizar gafas o capuchas que no los muestren), el uso de varias prendas de ropa que nos permitan despistar a los policías ha dado muy buenos resultados, habrá que llevar más de una. En el sentido de la seguridad no hay medidas de más, es preferible exagerar en la prevención, que luego, tener que enfrentar juicios y tramites legales. En el Internet existen varios manuales, donde se dan recomendaciones precisas de cómo evitar la represión policial en la calle, también en los sitios virtuales (aquí valdría hacer un llamado a los compas para extremar la prudencia y no delatar sus actividades a través de las redes sociales; etiquetarse en fotos con capucha se ha vuelto medio de prueba para la represión policial).

“Somos la famosaparábola de Heráclito el Oscuro.Somos el agua, no el diamante duro,la que se pierde, no la que reposa.”
Jorge Luis Borges

La fuerza de nuestra revuelta radica en que no somos un cuerpo sólido. Somos miles de pequeñas hidras invisibles y resbaladizas. No pueden cortarnos la cabeza porque no tenemos una, somos millones de cabezas en ida y venida. La fuerza de nuestra lucha no crecerá por el robustecimiento de estructuras sólidas, no aumentará mientras más adeptos tengamos en nuestras “filas”, tenemos que desechar esa ilusión que puede ser muy perjudicial para la subversión, no queremos que nuestros compas se suban a nuestro barco, queremos miles de lanchas en muchas direcciones, que puedan atacar, cuando así lo convengan, en conjunto. Nuestra fuerza crecerá en la medida en que nuestros grupos, colectivos, núcleos, proyectos, se vuelvan más agresivos y conscientes.
La informalidad nos ofrece además, seguridad, ante eventuales golpes represivos. A diferencia de las estructuras verticales que son erradicadas con un golpe, las redes de células pueden ser mermabas pero siempre habrá quienes puedan continuar el camino. La cuestión según vemos, es fortalecer nuestras trincheras, no esperar a que otros (muchos) vengan a fortaleceremos.

“Al buscar lo imposible el hombre siempre ha realizado y reconocido lo posible. Y aquellos que sabiamente se han limitado a lo que creían posible, jamás han dado un sólo paso adelante.”
M. Bakunin

Antes de que los merolicos-ciudadanos mediatizados inicien con sus sentencias absurdas que nos sabemos de memoria: “si tanto odian al sistema por qué usan Internet”, “si tanto odian al sistema váyanse a Cuba”, “pónganse a trabajar huevones sin qué hacer” les recordamos que acatando las normas y reglas de lo establecido nunca se ha llegado a nada. Nosotros tomamos posición, entendiendo que estamos del lado minoritario y vulnerable. Nos levanta nuestra dignidad y la belleza propia de nuestra ideas, que a diferencia de las suyas (sus ideas), nosotros si tratamos de concretarlas en la acción. Somos responsables de nuestra postura, nosotros no somos de los que hablan de represión policial, somos conscientes de que tratamos con desprecio a los líderes y a sus cobardes servidores, así que no esperemos un trato diferente de su parte.
Tomamos posición en esta guerra a diferencia de ustedes, que se ocultan detrás del manto democrático de la diversidad y el respeto a la pluralidad. Nosotros no queremos dialogar, ya estamos hartos de eso, nuestra palabra la botamos al cielo, como botamos las piedras y el fuego. A quien le toque le tocó. Estamos aquí porque nos cansamos de ser víctimas. Hacen falta más palabras, que defiendan la lucha callejera, que reivindiquen la necesidad del conflicto, que narren la práctica que con pasión y alegría venimos construyendo. Las capuchas se siguen levantando, vamos a ser más y mejores, para eso habrá que saber hablar y dialogar. Invitamos a los compas a que sumen sus palabras. Los invitamos, sobre todo, a que sean ingeniosos y activos. SOMOS MUCHOS, MÁS DE LOS QUE TODOS CREEN.
A usted buen –joven, señor– ciudadano, que quiere saber quién es el encapuchado, no pregunte quiénes somos; los encapuchados nunca lo revelaremos, nos importa una mierda su mundillo de rostros y de fama. Pero fíjese en esos chicos “normales” en la parada del camión, que parece que esperan el autobús de ruta; mire con atención al compañero callado del pupitre de al lado, a la chica cortés del escritorio de enfrente o, al empleado amable del restaurant.
Puede ser que, donde antes solían recoger y descargar humanos-mercancía, unos muchachos levanten una barricada, que el pupitre y el escritorio sirvan como leña o que usted, sin saberlo (lejos de ahí), coma la sopa donde nosotros escupimos.
El espectáculo ha muerto. No nos dejaron soñar, ahora no los dejaremos dormir.Se acabó la paz. Ahora el mundo nos pertenece.Ni de izquierda ni de derecha ¡Somos los de abajo y vamos por los de arriba!
¡Capuchas al grito de guerra!
¡Este 2 de octubre no prenderemos velas, prenderemos barricadas!
México, finales de Septiembre. Desde la cloaca de alguna urbe.

Coordinadora de las Sombras

Posdata: Un fuerte abrazo para los y las hermanas de los bloques negros y de las trincheras encapuchadas de Chile, Colombia, Argentina, Brasil, EUA, España, Inglaterra, Turquía, Egipto, Canadá, Indonesia, Rusia, Italia, Ucrania, Francia y del resto del mundo. ¡Todos vándalos, todos provocadores, todos irreductibles! Solidaridad con la resistencia de los antifascistas y revolucionarios griegos ¡Pavlos Fyssas presente!


México: Sin derecho, va nuestra réplica. Las capuchas responden
(Mensaje segundo de la Coordinadora de las Sombras)

¿Por qué ahora se preocupan de que no tengamos rostro, si antes de que nos lo tapáramos para ustedes no existíamos?

Las palabras se empezaron a amontonar mientras nosotros, todavía con las capuchas sudadas, la rabia sólida y las sonrisas erguidas, nos replegábamos entre las callejuelas a la violenta “normalidad”. Miles de comentarios monocordes se empezaron a propagar; era el discurso del poder muy bien maquillado lo que comenzaron a repetir los ciudadanos mediatizados. La prensa no tardó en servir el plato caliente de la desinformación y de ayudar como altavoz para esta discursiva impulsiva y sin fundamento. Era urgente para el poder desvirtuar las chispas revolucionarias que brillaron en rincones varios de este país, así la opinión pública (su opinión pública) cumplió su rol, empezaron a hablar sin sentido –alarmados– sobre lo que no conocían, sobre lo que les perecía grotesco e inadmisible, sobre aquello que no encajaba, por más que quisieran, en su ensayada retórica ciudadanista-democrática. El poder nos teme y tiene motivos, rompimos una vez más su tan preciada paz social y, ahora tratan de aplastarnos reduciéndonos a: “halcones”, “grupos de choque”, “vándalos irracionales”. Nos tardamos, pero con la rabia y la dignidad intacta, nosotros, como encapuchados y subversivos que con firmeza combatimos el 2 de octubre, aventamos nuestras palabras…

Nos toca hablar.

Atacar la propiedad privada –y a sus guardianes serviles– es reivindicar la vida sobre la dictadura de los objetos. Nosotros atentamos, no contra tal banco, no contra tal comercio, atacamos una lógica; atacamos a la asesina dictadura del mercado (bajo la que descansan millones de muertos y una naturaleza agonizante) de forma simbólica, apuntando contra su sustento, que es el respeto que nos han inculcado hacia su sacrosanta figura desde niños (ahí se incluyen a los policías, cuyo único fin es perpetuar el orden de la sociedad mercantil, o sea, defender ésta). ¿De qué  nos sirve esto? Miles, lo sabemos, sonreirían al conocer que detrás de los ataques hay acciones de individuos conscientes; que están realizando acciones de negación contra todo lo que ellos también tienen deseo de negar; la negación generalizada es el primer paso para la edificación. Ese es el sentido de un levantamiento (revolucionario, en el imaginario clásico), que la gente rompa su rol de mercancía, para asumirse como individuos con capacidades. Muchos, están hartos de protestas inocuas o de esperar a que alguien venga a “concientizarlos” o a “educarlos” (y no nos salgan con que lo que necesitan los oprimidos es cultura –y se imaginan su arte “alternativa” y buena onda), no quieren protestas, quieren afirmarse, quieren vengarse, quieren dar rienda suelta a sus pasiones, quieren hacerse escuchar, no por los de arriba sino por sus iguales e inclusive, escucharse a sí mismos. Y sabemos que cuando den este paso, estarán empezando a tratar la revolución.
Varias noches de insurrección violenta pueden hacer más que diez años de incansable propaganda silenciosa.
(No somos imbéciles sabemos que la revolución no es sólo romper vidrios, apuntamos a la organización autónoma de los oprimidos, a crear estructuras autónomas de organización donde se construyan las redes para una realidad horizontal, pero sabemos que esto se dará con miras a, durante y después, de la insurrección y, con gusto sumaremos aportes a esta visión).
En el primer mensaje dejamos claro que no tenemos rostros, no tenemos voceros, aunque sí palabra. Algunos lo saben, no aparecimos ayer, no somos un producto de moda creado desde la nada. A esos activistas incautos que hoy nos acusan de no ser parte de la lucha les preguntamos:
¿Quiénes fueron al frente del combate contra la Policía Federal durante la rebelión Oaxaqueña? ¿Quiénes dieron guerra durante la Cumbre de 2004 en Guadalajara? ¿Quiénes resistieron al lado de las bases dignas de la CNTE el 13 de Septiembre? Antes de hablar de que somos INFILTRADOS, sepan que hemos combatido con los pueblos, que sabemos lo que es la resistencia y, por ello mismo, no nos sentimos una vanguardia o el frente único e iluminado del movimiento social, sabemos lo que ha sufrido la gente y conocemos los errores de las luchas recientes. Conocemos quienes son los traidores y los señalamos con el dedo, sabemos que los “movimientos sociales” lucran con las esperanzas y con la sangre de muchos, así que no nos van a venir a hablar de… ¿Reventar sus movilizaciones? ¿Debilitar al movimiento social? ¿De qué movimiento hablan? ¿De ese conjunto de sectas inofensivas y lastimeras de las que el gobierno se ríe? ¿Ese movimiento de entreguistas que espera a que en 2 milenios, por obra de una fuerza metafísica, las masas se articulen y empiecen a avanzar hacia la lenta (muy lenta) transformación de la sociedad?
Discúlpennos, enserio, no es desprecio por los esfuerzos genuinos, pero estamos hartos de tener que esperar. Estamos hartos de que nuestros muertos se pudran en el olvido o detrás de esos discursos aburridamente repetitivos al final de los mítines de marchas incoloras. La lucha callejera no espera, grita por la venganza del pasado, por la pasión del presente y, por la negación que abre el camino del futuro y sabemos, lo hemos visto, muchos ya se empiezan a sumar. A pesar de que nos tratan de enterrar con la opinión pública, vemos a miles que se vuelcan a nuestro lado. Por ellos y ellas seguimos más que firmes.
El mayor miedo del Estado es saber que existen agentes ajenos a su lógica. Creían tener el monopolio de la fuerza y, nuestra práctica es una muestra contundente de que no es así. La violencia no sólo les pertenece a ellos, hoy tenemos en nuestras manos el fuego y, a pesar de su gran maquinaria, no nos detendrán. Volveremos más pronto de lo que piensan: La pradera va a arder.
Que quede claro ¡queremos fomentar una crisis social contra los valores de la dictadura del poder autoritario-mercantil! ¡Queremos propagar las insurrecciones que ya por todo el mundo empiezan a vislumbrarse!
Ante la embestida represiva, levantemos la capucha, mantengamos la furia en las calles y cultivemos nuestras conciencias.
Con los brazos armados y propagandísticos del poder ¡Ninguna consideración!
¡Hace 45 años acusaban a los sectores más combativos del movimiento estudiantil de ser pro Rusos o agentes de la CIA, hoy nos acusan de PRIistas personas que desconocen la lucha real!
¡Fuego a los policías y a sus defensores (sean estos de izquierda o de derecha)!
¡Abajo el régimen de muerte y miseria!
¡Solidaridad con las y los detenidos!
¡Con la revuelta no podrán!
Primeros días de Octubre. Territorios admini$trado$ por el Estado mexicano.

Coordinadora de las sombras

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